No son pocas las oportunidades en que el cine se sirve de la literatura y viceversa, por el contrario, existen muchísimos casos en que esta interacción y, por qué no decirlo, simbiosis nos ha entregado grandes adaptaciones de libros al séptimo arte, y también libros que dan una vuelta de tuerca a alguna película o que, en base a la intertextualidad, los personajes hablan de éstas en sus historias.
Es acertado decir que desde hace muchos años los grandes estudios cinematográficos están inmersos en un gran charco de falta de creatividad, en la que abundan las segundas partes, trilogías, spin-off, remakes, etc.; esta es una de las principales razones por las que los productores volcaron -y siguen volcando- su mirada hacia los grandes best sellers u otras novelas o relatos de culto.
Grandes directores de la historia del cine han adaptado a no menos connotados autores de literatura popular o canónica: por un lado, tenemos a Stanley Kubrick, francis Ford Coppola, Peter Jackson, Ridley Scott, Steven Spielberg, Kenneth Branagh, entre otros; mientras que entre los autores se encuentran Stephen King, Mario Puzo, G.G. Márquez, Philip K. Dick, William Shakespeare, H. G. Wells y otros tantos.
En una próxima entrada hablaré específicamente de las obras adaptadas, de los puntos en común, de las diferencias y de las opiniones de los autores -los que pudieron ver su obra llevada al cine-.